Tu recuerdo atormenta mi alma mientras esta duerme. Como miel en los labios llega y como traición se va. Yo quiero odiarte con todo mi ser y así poder olvidarte con más facilidad. Cuando despierto el desconcierto de mis tormentos me confunde pero en mis labios queda ese sabor, esa miel que tú me has dado mil y una vez. El viento azota los árboles y su sonido resuena en mi cabeza como un eco, eco, eco... yo quiero huír y no puedo, soy presa de un mundo que no controlo.
Una marioneta con vida propia y con un corazón convalenciente que se mueve en el teatro de los sueños. Quiero odiarte. Odiándote sería fácil olvidarte. ¡Qué difícil odiarte sin motivos! Tan solo en sueños me das motivos para odiarte y para amarte. Quiero odiarte y si no fuese por ese regustillo a miel que queda en mis labios después de despertar sería quien de hacerlo. Hablo desde la certeza que pueda tener alguien atormentado que acaba de abandonar otro de sus sueños. Eco, eco, eco... Todavía el recuerdo pulula en mi cabeza, cada vez con menos frecuencia pero alguna noche he soñado contigo. Que te quería y luego te odiaba y así podía odiarte sin remordimientos.
Otra vez el eco, eco, eco... y ese recuerdo del sabor a miel... quiero odiarte para así poder olvidarte. De nuevo ese eco de la miel, miel, miel... Te odio desde la dulce locura del mundo de los sueños, te extraño, y te olvido en suspiro. (...)
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