Silencio. Esa palabra que cuando pronuncias pierde su significado. Ahora estoy en silencio, lo único que se oye son los ventiladores del ordenador y el tac-tac de las teclas al redactar lo que os estoy contando. Poco a poco un eco en lo más profundo de mi ser va haciendo mella en mi cabeza y sin darme cuenta termino pensando en ese eco interior que todo el mundo tiene, la conciencia. Gracias a Dios, o a quien esté ahí arriba, no tengo remordimientos de conciencia lo suficientemente potentes como para no dormir. No soy un ser perfecto y al no serlo la voz de la conciencia me cuenta cosas que debería hacer en lugar de lo que hago o debería pensar en vez de lo que pienso. En cierto modo estoy empezando a ignorarla aunque al final termine por hacer esos "deberes".
Un ejemplo, ahora estoy trabajando (bueno más bien escribiendo en el blog) y no es que tenga demasiadas tareas acumuladas pero las que tengo debiera hacerlas y luego ponerme con mis cosas. ¡Espera! Eso es lo que me dice mi madre, asunto resuelto... ¡la conciencia es la voz de una madre que nos dice lo que debemos estar haciendo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario