El blog de la zoocióloga que quería ser escritora

ETERNAMENTE EN OBRAS - Este blogue naceu da necesidade de sacar fora o meu mundo interior, como ferramente que me axudou a aprender a expresar e transmitir sentimentos en sensacións. Escribir foi o que fixo de min unha persoa que conseguiu evolucionar ata o punto no que me atopo hoxe.

Neste blogue atoparás textos en galego e en castelán porque dependendo do día no que esscriba e dos sentimentos do momento a lingua que se pronuncia pode ser calquera das dúas.

22 junio, 2011

¿Somos realmente libres?

Dicen que son buenos tiempos para la libertad pero yo me lo cuestiono bastante. Hablan de ella con la boca llena de orgullo y dicen que ser libres es poder hacer lo que se quiere cuando se quiere y con quien se quiere. Y yo vuelvo a cuestionarme de nuevo este término. Y como con tanta cuestión y tanta pregunta no soy capaz de disipar mis dudas a cerca de lo que es ser libre me decanto por buscar en la RAE el siginificado de tan bonita palabra (adjunto enlace: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?LEMA=libertad).

Entonces leo la primera entrada que aparece en el diccionario y vuelvo a pensar... "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos."

Entiendo lo que la definición quiere decir, la libertad es una cualidad inherente a cualquier ser humano (quiero pensar que cuando dicen "el hombre" en la definición lo digan como especie y no como género humano, porque sería flagrante que no contemplasen la libertad como cualidad aplicable a la mujer) que le permite obrar o no siendo responsable de lo que hace. Pero esto no es realmente así, un niño (o una niña) puede llevar a cabo una acción completamente ajeno a las responsabilidades que pueda acarrear dicho acto. ¿Es entonces libre? ¿Exime la falta de consciencia, o de responsabilidad, de la libertad? Entiendo que, según esta definición, ser libre es actuar en función de unas posibles repercusiones de un hecho que quieras llevar a cabo. ¡Esto no es libertad!

Ahora leo la segunda acepción que aparece para el término que tan de moda está: "Estado o condición de quien no es esclavo." Otra palabra que viene a mi mente al hablar de libertad es la esclavitud, era inevitable que así fuese por tantos siglos con esta práctica en el contexto de la gente rica de las sociedades occidentales (no voy a hablar de otras pues no las conozco demasiado, así que solo me limito a la que pertenezco). Como no podía ser de otra manera busco en mi recurrente diccionario la palabra "esclavo" y me quedo con las dos primeras entradas:

1. adj. Dicho de una persona: Que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra. U. t. c. s.
2. adj. Sometido rigurosa o fuertemente a un deber, pasión, afecto, vicio, etc., que priva de libertad. Hombre esclavo de su palabra, de la ambición, de la amistad, de la envidia. U

Y ahora es cuando mi mente dice ¿libres de qué? Vivimos en una sociedad en la que es imposible (o casi) vivir sin dinero y la única manera que conozco de conseguir dinero de manera honrada es trabajar (podría dedicarme a la medicidad pero es un campo, por suerte o desgracia, con demasiada competencia), como me han enseñado desde muy pequeña. Y entramos en la dinámica de "vivir para trabajar" o "trabajar para vivir" y condicionamos nuestro supuesto estado de libertad a horarios, a condiciones y cláuslas donde en el mejor de los casos un pobre diablo te malpaga y te trata más o menos con respeto y dignidad. Pero por desgracia es demasiado habitual trabajar por un sueldo mínimo en una ocupación que no nos gusta, pero que nos permite sobrevivir, para una multinacional en el que las altas esferas se vanaglorian de sus multimillonarias ganancias mientras el último eslabón de la empresa (nosotras/os) vemos inalcanzable siquiera comprarnos una vivienda digna.

Entonces nos hacemos esclavas/os del trabajo para ahorrar unas perras al final de mes (en el mejor de los casos). Cuando hemos conseguido un pequeño botín decidimos invertirlo en algo que nos haga sentirnos bien... y como nos bombardean desde todos los frentes con mensajes de que para sentirse bien hay que tener más y mejor (aunque sea prescindible cien por cien) terminamos por creerlo y decidimos, no de forma libre, comprarnos un teléfono última generación. Con nuestra nueva adquisición pensamos que hemos contratado internet porque es necesario, porque vas a estar en contacto con tus amigos las veinticuatro horas del día, que tiene GPS, cámara de fotos y mil historias más... y nos excusamos de esta manera para no sentirnos mal, porque preferimos (en ocasiones y no todo el mundo) tener un buen teléfono que comer de forma saludable. Y luego pasa lo que pasa ¡nos volvemos esclavas/os de las tecnologias!

Y toda esta historia viene a colación de algo que me ocurrió ayer. Yo fashion victim y tecnologic victim, para qué negarlo, decido probar a instalar en mi teléfono un programa que está muy de moda, el Whats App, y me intento convencer de que es una ventaja el hecho de estar comunicada con mis amigos tecnófilos víctimas también de esta aberación de programa (entenderéis por que lo tildo de aberración). Allá voy yo a investigar para poder hablar del archiconocido programa y me lo instalo sin más dilación, en cuanto arranca veo que importa todos mis contactos del móvil y me los agrupa en dos listas, los que tienen el dichoso programilla y los que no. No tardo en aprender a usarlo, por lo menos de forma básica, y veo que treinta y ocho de mis contactos están conectados, entonces saludo a dos. Es un programita de mensajería instantánea, para que podáis haceros una idea. Tras unos minutos de charla decido que ya es hora de irme a dormir y me despido, cierro el programa y dejo, como todas las noches, el móvil encima de la mesilla con la alarma puesta para el día siguiente. Varios minutos después de haberme metido en cama el móvil empieza a sonar con el tono de que ha recibido un mensaje y casi salto de la cama y pienso "¿quién coño osa molestarme a esta hora?" (podéis criticarme por dejar el móvil encendido y decirme que es mi culpa por haberlo hecho, pero confío en el buen hacer de la gente y el respeto a los horarios... y claro, así me va...). Pues resulta que ese programita ¡nunca duerme! y está siempre conectado cuando dejas el móvil encendido, me había llegado un aviso del puñetero Whats App que alguien me había dicho no sé qué... Me cabreé con el programa y apagué el móvil, por la mañana cuando me desperté con la alarme encendí el teléfono y de nuevo confié en que al no haber arrancado el programita en cuestión estaría desconectado. Para mi sorpresa minutos después mi móvil empezó a sonar ¡otro puto SMS del Whats App! Alguien me había dicho "buenos días"... No es por hablar mal pero ¡su puta madre! (la del programita, no la de la educada persona que me saludó), ¿quién coño le ha dicho al programa que esté encendido sin permiso? ¡No me gusta!

Pensé en lo horroroso que podría ser tener el programa en el móvil durante más tiempo asi que desistalé la aplicación lo más rápido que pude. No puedo imaginarme, yo que siempre tengo el móvil encendido, recibiendo avisos del programucho este a cualquier hora avisándome de que si me han dicho hola, qué tal o cualquier mamarrachada que se les ocurra decir a cualquiera de mis contactos. Me vi a mi misma pendiente de todos los "bip bip" que me podrían haber llegado durante veinticuatro horas y me escandalicé. No quiero convertirme en una de esas personas adictas, esclavas, sometidas a un aparato tecnológico... esas con las que quedas a tomar una caña y se pasan toda la conversación en la red subiendo comentarios y tweets de lo bien que están tomándose una cervecita en una terraza... así ni estás a una cosa ni a la otra. Por eso hoy he pensado en la libertad y en la esclavitud y como ya soy esclava de un trabajo que no me gusta demasiado decido no someterme por ahora al horror de estar siempre conectada.

Creo que cada vez la libertad está más lejos de ser alcanzada y más cuando condiconamos nuestra existencia y nuestros haceres a las nuevas tecnologías. Que sí, que sirven para trabajar, acortan distancias, son positivas porque nos acercan millones de informaciones, nos mantiene actualizados y mil blablás... pero estamos dejando de lado algo tan auténtico como el contacto social y humano que nos caracteriza como especie y nos distingue como individuos. La sociedad capitalista y consumista en la que nos estamos desarrollando nos hace infelices si no alcanzamos bienes materiales, si no tenemos lo que la mayoría tiene y nos hace olvidarnos de lo que verdaderamente importa. El ser humano ha sido, es y será siempre un animal social y el perder esta condición nos deshumanizará en futuras generaciones. Mientras en mi cabeza gana fuerza la idea de irme lejos de la estresada ciudad a la tranquilidad del rural, donde el ser humano es humano y los animales amigos.

1 comentario:

Taiara dijo...

A liberdade é un ben tan prezado que moitas veces non o chegamos nin a tocar. E un estado de ánimo, é unha forma de ir pola vida, unha maneira de pensar, de actuar, de amar, etc. E por suposto que ten consecuencias, quen é libre ten que pagar unha peaxe... pero o ter que facelo non quere dicir que o vaias facer... eres libre!!! (cousa distinta é que o fagan outros por ti,jajajaja..)

Bicos, e non deixes de pensar, pequena vítima tecnolóxica!!