La fortaleza intocable

Cuando por descuido el séquito de centinelas bajó la guardia algo se coló en la fortaleza, algo sigiloso. Cuidadosamente se fue labrando un sitio dentro de las murallas, poco a poco esa presencia dentro de las murallas se fue viendo como algo "propio", ya no como un intruso. La asaltante a la fortaleza consiguió que todos los centinelas, que todos los habitantes de dentro se habituasen a ella y la tomasen como propia. Hoy he conseguido cerrar puertas y ventanas y la intrusa decidió salir por su propio pie, ahora estoy gurecida pues nada ni nadie podra infiltrarse sin mi permiso en esta fortaleza. Un muro de inmensas piedras y de altura casi inalcanzable con la vista, un foso plagado de cocodrilos y pirañas, una alambrada de espinos electrificada conectada a una red trifásica y un ejército detrás de todas estas defensas. A ver quien es el o la valiente que se atreve siquiera a poner un pie en las cercanías del muro con un campo de minas rodeando mi guarida. Ni grietas ni pasadizos secretos, sólo una puerta que se abrirá cuando yo lo decida para dejar entrar a quien considere oportuno, mientras tanto me iré al cine con Tati.