Hay dos maneras de cicatrizar las heridas. La primera es de forma rápida, sin miramientos; y la otra es lenta y con muchos cuidados. No sé cual de las dos prefiero, estoy intentando cicatrizar mi corazón de una manera intermedia, con cuidado y rápido. Mi subconsciente me grite que me deje de cuidados tontos, que cuanto más ruda sea la cura mejor preparada estaré para la siguiente. Mi corazoncito a veces grita por una enfermera que me cuide, gritos acallados por el orgullo y una mirada que lo dice todo.
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