Hay tres clases de personas: Las que pasan fugazmente por tu vida sin dejar rastro, tipo estrella fugaz. Las que pasan por tu vida intermitentemente pero que dejan una huella profunda. Y las que desde que aparecen en tu vida jamás la abandonará.
Eso a grandes rasgos, si nos ponemos tiquismiquis podríamos hacer infinidad de subgrupos dentro de cada tipo de personas. Sonia es una persona que ha pasado intermitentemente por mi vida pero, caprichos del destino, a pesar de la fugazidad de sus pasos por mi vida dejó huella desde el principio.
En el barrio, cuando yo era pequeña, nos juntábamos varias generaciones de niños hasta sumar una docena. A Sonia, a pesar de 4 años de diferencia, siempre le tuve un cariño especial, por ser una niña muy dulce y demasiado buena. La vida la llevó, hace más de siete años, a vivir a Mallorca y desde entonces no nos hemos vuelto a ver.
Esta mañana volvía yo tan campante del prostituto, digo instituto... y desde lejos vi a una vecina (más en concreto una de las de arriba) con alguien conocido. Como buena despistada que soy, la cara se me hizo conocidísima pero no caí en la cuenta de quien era la acompañante de mi vecina. Entonces pasé por su lado y ella se me quedó mirando, entonces mencionó mi nombre, me giré y reconocí ese tono de voz que enseguida asocié con una vecina a la que estimaba mucho. Nos intercambiamos los teléfonos y por la tarde quedamos a tomar café.
Me encanta relacionarme con la gente y más con gente que creo merece la pena tener cerca. Pasé el día contenta y ni siquiera la presión del examen de mañana de Química pudo derribarme este optimismo y esta nostalgia feliz de mi infancia... Todavía recuerdo...
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