Frío, mucho frío... tanto que mis manos se medio congelan y se ponen de una tonalidad violeta. Las articulaciones se atrofian y escribir con las dos manos en el PC se hace una tarea molesta y tediosa. La sangre no fluye por las venas de las manos y cuando empiezan a querer calentarse arden como el fuego. Poco a poco recupero la movilidad típica de las manos y el escribir se hace menos pesado, pero los dedos me arden a medida que cada gota de sangre llega hasta su final.
Poco a poco se colorean pasando por un amplio abanico de colores (lila, granate, rojo...)... siguen ardiendo y los dedos se hinchan. Sacar ahora los anillos me resulta más costoso que antes, que salían sin problema... Llega el frío y los colores me acompañan, la nariz roja como la de Rudolf, las manos medio violetas, las orejas mutan de color según el ambiente en el que esté, la cara blanca... El invierno ofrece una amplia variedad de colores en el cuerpo humano, por lo menos en el mío. Ahora ya he recuperado plenamente la movilidad de los dedos, ya no me molesta escribir rápido, ahora que ya estoy terminando de explicaros como me sienta de bien el frío. ¡Estoy deseando que llegue la primavera (que la sangre altera)!
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