El blog de la zoocióloga que quería ser escritora

ETERNAMENTE EN OBRAS - Este blogue naceu da necesidade de sacar fora o meu mundo interior, como ferramente que me axudou a aprender a expresar e transmitir sentimentos en sensacións. Escribir foi o que fixo de min unha persoa que conseguiu evolucionar ata o punto no que me atopo hoxe.

Neste blogue atoparás textos en galego e en castelán porque dependendo do día no que esscriba e dos sentimentos do momento a lingua que se pronuncia pode ser calquera das dúas.

09 julio, 2012

¿Quién marca los límites?

Cuando era pequeña mi madre me decía "no salgas a la calle, no salgas a la calle" y durante un tiempo no salí pero un día me picó la curiosidad y descubrí que más allá del portal de mi huerta había un mundo lleno de posibilidades, de niños y niñas que como yo empezaban sus primeras aventuras en el barrio.
Tiempo después de sentirme segura en el barrio, correteando por la calle, jugando a canicas, a la peonza y a todo lo que se nos antojaba. Entonces los niños más mayores del barrio nos dijeron que no entraramos a su desván, un lugar al que habían puesto un candado en una finca donde había varios frutales donde pasábamos las tardes de sol. Los más pequeños jugábamos subidos en una higera mientras la pandilla de los mayores, nos llevaban unos 5 o 6 años se dedicaban a hacer sabe Dios qué cosas en su "desván".
Nos parecía un sitio maravilloso aquel donde no podíamos entrar, ellos nos decían que si se nos ocurría asomarnos nos darían una paliza, así que entre el miedo y la curiosidad no sabíamos bien a dónde atender. Al final la curiosidad que provoca una prohibición pudo con nosotros y cuando ellos empezaban sus andanzas de adolescente (que si los bares, las discotecas, los ligoteos...) aprovechamos para colarnos y ver que había en aquel lugar. Descubrimos un sitio estupendo, con suelo de madera, sillones de coche donde sentarse y en un rincón varias cajas de gominolas. Los ojos de los más pequeños se salieron de las órbitas ante aquel manjar, aquellos chicos mayores habían emprendido un camino lleno de desencuentros con la ley (pero ese es otro tema) con el robo a una tienda de gominolas.
Tanto nos habían dicho que no entraramos allí que cuando rompimos los límites descubrimos tardes azucaradas a base de gominolas. Dicen que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, así que de algún modo nosotros habíamos alcanzado el perdón durante un siglo.
Un par de años más y los chicos mayores se hicieron adultos y nosotros pasamos a ser los mayores del barrio, heredamos el desván y lo tuvimos que abandonar tiempo después porque los dueños de la finca decidieron ponerla en venta y nos impidieron el paso. Aquello ya no nos importaba tanto, ahora ya teníamos 13 o catorce años y nuestra meta era saltarnos los límites del barrio.
Nuestras madres no nos dejaban adentrarnos en el monte que había por detrás del barrio pero ajenos a todo peligro rompimos una vez más los límites y descubrimos el mundo de hacer casetas. Poco nos duró la fiebre constructora porque enseguida empezamos a codearnos con el tabaco y los porros. Y eso que todo el mundo nos decía "NO hagas eso, NO hagas lo otro, NO vayas allí, NO te relaciones con esta persona..." pero hacíamos caso omiso de todas estas prohibiciones. Basta que dijeran NO para que fuera SÍ. Fuimos rompiendo los límites que nos había puesto y poco a poco cada uno fue labrándose un camino... Nos hicimos mayores y sin saber bien en qué momento estábamos pensado como nos decían los medios que teníamos que pensar, vistiéndonos como nos dictaba la moda Inditex, opinando igual que la mayoría con alguna variación ideológica... 
Hoy miro atrás y pienso en qué momento nos acomodamos y decidimos vivir una vida marcada por límites sociales cuando desde pequeños siempre osamos desafíar nuestros propios límites. A veces pienso que de forma inconsciente aquellos "NO" que tanto nos repitieron durante la infancia y la adolescencia han creado lo que hoy somos.
De un tiempo a esta parte se me da por pensar (es un vicio que tengo desde hace años pero que en ocasiones dejo en standby) que estoy cansada de los límites que nos pone la sociedad y que asumimos como propios. No hay peor frontera que el propio límite mental que se pueda poner una persona a si misma, es tan difícil salir de esas dinámicas del pensamiento limitado. A veces intento salirme de los renglones de la vida y quedarme un poco al margen para ver y analizar el mundo que me rodea. 
¿Quién marca mis límites? Yo, únicamente yo... o eso debiera.

No hay comentarios: