Parece frívolo escribir acerca de una situación tan íntima y triste cómo son las noches angustiosas de hospital. Otra noche sin dormir, otra noche de incertidumbre y desesperación. En una enfermedad como es el cáncer de pulmón en su última fase nunca sabes cuándo se ha de desencadenar el trágico final. Y la incertidumbre, a veces, te lleva a la desesperación del no saber qué hacer.
No es miedo al final, no es nerviosismo, es más la impotencia que te inunda la que hace que te sientas perdida. La muerte es algo tan natural como la vida y si no se le debe temer a una tampoco hay que hacerlo con la otra. Es difícil aprender está lección y requiere mucha fortaleza y poder mental sano. Creo que soy lo suficientemente fuerte y entera como para afrontar este final que se antoja de lo más caprichoso.
A veces, el final parece estar tan cerca que con sólo extender la mano da la impresión de que se puede palpar, otras, en cambio, parece alejarse y perderse en el horizonte, todo depende de los altibajos del estado físico y mental del protagonista de este relato. Yo escribo está historia desde una sala de estar del hospital provincial a altas horas de la madrugada, mientras, mi padre, tumbado en cama trata de respirar evitando ahogarse entre mocos y líquido de pulmón.
1 comentario:
En estos momentos sólo se puede ser, eres un ser de luz, puede que transmitiéndole eso a tu padre estes haciendo lo que está en tus manos... seguro que ya lo haces, eso y acompañarlo viviendo cada instante, como deberíamos hacer todos, como si fuera el último. Ahí puedes tener una certeza, que tú eres y estás.
Un abrazo lleno de energía.
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