El blog de la zoocióloga que quería ser escritora

ETERNAMENTE EN OBRAS - Este blogue naceu da necesidade de sacar fora o meu mundo interior, como ferramente que me axudou a aprender a expresar e transmitir sentimentos en sensacións. Escribir foi o que fixo de min unha persoa que conseguiu evolucionar ata o punto no que me atopo hoxe.

Neste blogue atoparás textos en galego e en castelán porque dependendo do día no que esscriba e dos sentimentos do momento a lingua que se pronuncia pode ser calquera das dúas.

13 diciembre, 2005

Descubriendo el espejo, enfrentandose a sí mismo

Cabalgando entre el desconcierto de la vida cotidiana encontré un pedazito de razón, qué curioso, además estaba envasado en una especie de bote con forma de cabeza, lo guardé de inmediato y seguí mi camino. Tras un camino idílico con trampas ocultas me topé un obstáculo que no sabía afrontar. Pensando qué era aquello me quedé embobada. Una especie de cristal con un mundo dentro, el mundo al revés, lo de la derecha a la izquierda y lo de la izquierda a la derecha, un reflejo del mundo y me vi enfrentado con un caballero misteriso, que al igual que yo tenía la cara cubierta, un caballo blanco y una lanza. ¡Qué extraño panorama!
Yo me movía y él se movía siguiendo mis pasos, imitando el modo de actuar. Pensé que podría ser aquella cosa tan extraña, alguien que no hablaba y que sólo se limitaba a imitarme. Pregunté mil veces por sus pretensiones, pedí permiso para pasar y nunca obtuve una respuesta. Desconcertado pensé en cómo salir de aquella situación, enfrentarme directamente parecía peligroso, parecía muy seguro de sí mismo. No vacilaba en sus movimientos y retarle a una batalla frontal podría resultar peligroso, así que di la vuelta y remonté el camino. A cierta distancia me giré para observar el comportamiento del otro caballero, curiosamente también se había alejado y se había vuelto la vista para observarme.
Cansado metí la mano en el zurrón y tanteé qué objeto le podría lanzar para provocar algún tipo de reacción en él, aunque fuera ira hacia mí. Cogí el frasco de razón y se lo lancé, enetonces escuché un ruido de vidrio roto y el caballero rompió en mil pedazos. El mundo al revés se había roto en infinidad de trozos y tras su rutura apareció un nuevo mundo diferente, parecido al anterior pero semejaba continuación de el mío. Así que me acerqué y cogí un pedazo de esos cristales en los que rompió el mundo, para eso me bajé del caballo, me descubrí el rostro y miré el trozo. Entonces vi mi reflejo en él, lo que nunca había hecho con anterioridad lo había logrado con un pedazito de razón, enfrentarme a mí mismo. Meses después de aquel suceso escuché que "no había mayor satisfacción que ganarse una batalla a uno mismo"...

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