Cuando llegué a casa me encontré a Shadow durmiendo encima de mi cama y al hacer un poco de ruido en la cocina se despertó y vino a ver qué pasaba. Le llené los cuencos de comida y agua y en cuestión de segundos ya estaba comiendo como si le fuese la vida en ello. Recogí un poco el piso, puse la nueva cama del gato en el sillón individual que tenía en el salón, me senté a ver la televisión y cuando el gato terminó de comer estuvo olisqueando su nuevo lecho unos segundos. Parecía que no le gustaba demasiado porque enseguida se vino a tumbar en mi regazo.
Sonó el teléfono de casa y me sobresalté un poco, el gato me miró de nuevo y volvió a quedarse con la mirada fija en teléfono, volvió a bufar y bajó al suelo intentando escapar del molesto ruido que hacía al sonar. Desconcertada, me levante y contesté titubeante:
- ¿Diga?
- … - no contestaba nadie al teléfono - … tienes un mensaje… – dijeron en voz baja y enseguida colgaron. Me quedé mirando el teléfono extrañada, no sabía quién ni a qué se refería con esa frase. Pensé entonces en lo que me había comentado Julia de que no era posible tanta casualidad, eran demasiados detalles desconcertantes y empecé a preocuparme un poco por los sucesos que me habían acontecido en los últimos días.
El gato había dejado de mirar el teléfono y ahora ya estaba tranquilo, se paseó hasta la cocina y yo me quedé pensativa. Esto empezaba a sonar raro: primero las llamadas a la oficina, los faxes en blanco, la sensación de verme perseguida, la sombra en el parque de enfrente de mi casa, el sobrecito con el mensaje ilegible y el misterioso símbolo a pie de página. Y ahora, por si fuera poco, comenzaban llamadas misteriosas a mi domicilio particular. Era momento de empezar a preocuparme porque por mucho que intentara buscarle una explicación a cada acontecimiento por separado no era capaz de hacerlo, barajaba con más fuerza la posibilidad que todo tenía relación.
Miré el reloj y eran casi las cinco, sabía que Julia no tardaría mucho así que me fui al estudio, puse música para intentar no pensar y me puse a leer un libro. Llevé conmigo el inalámbrico por si volviesen a llamar y Shadow se quedó pululando por la cocina. Llevaba algunos minutos leyendo cuando levanté un momento la vista del libro y miré hacia fuera por la ventana, en el parque estaban jugando algunos niños y por un momento pensé en mi niñez, me hubiese gustado poder disfrutar como ellos del parque con sus padres como lo estaban haciendo ahora. Escuché correr al gato por casa y me levanté para ver qué le ocurría, se había quedado en el pasillo quieto con sus ojos puestos en la puerta de entrada, agazapado medio oculto entre la pared y el paragüero, sin siquiera parpadear, viendo fijamente hacia la entrada. Sonó el timbre y me acerqué a la puerta, miré a través de la mirilla y pude ver a Raúl. Shadow seguía agazapado mirando fijamente, con las orejas tensas de nuevo y bufando con las pupilas como platos, en cuanto abrí se fue hacia el estudio.
- Hola, no te esperaba… ¿cómo has entrado? - le dije haciendo un gesto para invitarlo a pasar sin muchas ganas.
- Hola cielo, el portal estaba abierto así que subí, quería darte una sorpresa – dijo Raúl amablemente – llevamos varios días que no hablamos, no sé nada de tu vida últimamente y decidí pasar a verte. – ciertamente no esperaba verle y tampoco me había apetecido hablar con él en la última semana.
- Verás, no es muy buen momento – le dije – estoy esperando a Julia, tenemos trabajo – le estaba mintiendo descaradamente – y necesito tranquilidad. Ya sabes cómo soy cuando tengo trabajo y también sabes que no me gustan demasiado las sorpresas de este tipo – le reproché por la inesperada visita.
Le había dejado perfectamente claro que lo nuestro no era una relación formal, sólo éramos muy buenos amigos que compartían muy buen sexo y yo era demasiado independiente como para comprometerme con una relación. Odiaba tener que estar pendiente del móvil, de responder a las llamadas, dar explicaciones de porqué y porque no. Llevábamos algunos meses como algo más que amigos y él se estaba empezando a colgar demasiado. Hacía ya unos días que había pensado en dejarlo para evitar que eso fuera a más y por eso había estado esquivándolo los últimos días.
Raúl era muy buen amigo y amante, a veces algo dependiente de mí. Se comportaba conmigo como si fuésemos novios con previsión de futuro y esas cosas, así que me tocaba aguantar algo de romanticismo y gestos de amor, un amor que yo no sentía. Pese a todo el seguía teniendo conmigo detalles de perfecto amante, en un par de ocasiones había mandado una caja de bombones y unas flores a la oficina y no me había gustado nada el detalle, de hecho había tenido una discusión bastante fuerte con él. Mi debilidad era el sexo, entre los dos había una atracción que no podía refrenar, siempre solíamos acabar retozando en la cama pero me había prometido a mí misma alejarme un poco de su persona y así evitar tentaciones.
- Sólo quería verte, cariño – cada vez que escuchaba como se refería a mí con palabras como cielo o cariño, respiraba muy profundo para no contestar mal porque sabía que lo hacía con buena intención y aunque no me gustaba eso, el aprecio que sentía me hacía aguantar esos momentos - ¿No te alegras de verme?
- Claro que me alegro, Raúl, pero ya te he dicho que no es un buen momento, tengo mucho trabajo, te lo repito… y bueno, el trabajo es el trabajo, ya lo sabes…
- Cierto, y pido perdón por ello pero necesitaba verte, saber que estás bien y besarte si me lo permites – se acercó para besarme en los labios pero yo giré la cara poniéndole la mejilla, no quería volver a caer en sus artimañas sexuales - … pero… ¿me giras la cara?... no lo entiendo, la última vez… me lo pasé muy bien… creía que repetiríamos…
- … - puse cara de resignación conteniendo las ganas de contestarle y echarlo a patadas por venir de sorpresa y buscar besos cuando yo no quería, pero respiré profundo y dije – Me lo paso muy bien contigo, ya lo sabes pero creo que deberíamos hablar del tema con más calma, pero por favor no hoy.
- … vale… - dijo no muy con vencido – pero promete que me llamarás esta semana, necesito hablar contigo y aclarar ciertas cosas.
- Prometido – le di un beso en la mejilla, lo abracé y se fue.
Miré de nuevo a Shadow, que había vuelto se había puesto de nuevo entre la pared y el paragüero, mirando fijamente a la puerta ya cerrada, quieto. Escuché los pasos de Raúl bajando por la escalera y como se cerraba el portal del edificio al salir, pocos segundos después el gato comenzó a actuar con normalidad. Me había sorprendido la reacción de mi felino amigo, primero con la llamada y después con la visita de Raúl que me había hecho sentir violenta por tener que darle largas de esa manera. Shadow había estado tanteando la situación desde su escondrijo, velando por mi tranquilidad.
Volví al estudio para seguir leyendo un rato hasta que llegara Julia. Llevaba unas diez o doce páginas cuando sonó el timbre, esta vez era Julia, le abrí el portal y luego la puerta de mi apartamento, con esta visita Shadow no se comportó de manera extraña. Sólo miró hacia la puerta cuando entró Julia y se paseó por casa buscando con qué entretenerse.
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