Como ya es sabido este fin de semana he vuelto a temer. Por un minúsculo momento miré hacia abajo y pensé en abandonar la subida hacia lo más alto, entonces recordé su cara mirándome. Por un momento un motivo de pequeña tristeza me hizo recordar aquella sensación de caída y volví a temer. Temí caer en el hoyo en que tantas veces acabé, ese que yo misma cabé sin ni siquiera haberme dado cuenta.
Con miedo me escondí en mi caparazón y me puse a la defensiva, eso va acompañada de una reacción de pasotismo y una actitud desagradable. Tras haber dormido una noche, muy a mi pesar sola, me levanté comí y me di un baño relajante, entonces mis miedos y males se fueron por el desagüe de la ducha. Cuando tuve la oportunidad de tener frente a frente a mi pequeña los pocos restos de mi mala reacción que pudieran quedar se fueron para siempre. Los abrazos y los besos que me dio fueron suficiente para hacerme sonreír toda la semana, porque la quiero y ella me quiere.
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